miércoles, 30 de septiembre de 2020

"Eso que tú me das", la opinión de un fan


                                                

Tan solo hace veinte minutos que he salido del cine y tengo sentimientos encontrados. Me explico. Ante mi más que comprensible tristeza por la falta de alguien a quien he admirado durante más de media vida, se cruza un atisbo de alegría. Es así, me siento en parte alegre. Alegre por haber abierto este regalo de parte de Pau Donés. Alegre por poder aprender de él durante esta hora y cinco minutos como si nada de los pasados cuatro meses hubiera ocurrido. Alegre porque intuyo que no será lo último que sepamos de Pau, y esto me reconforta.

Busco en la fila 11 la butaca 9. Mientras observo una sala más llena de lo que hubiera imaginado. ¿Es eso bueno? Supongo que sí, aunque como bien sabéis "todo depende" y, por fortuna, los morbosos iban marcados por un bol de palomitas para no confundirse con el resto. Yo a lo mío. Nosotros a lo nuestro. Porque los "jarabescos" éramos más. Nos delataba el silencio. Sin apenas parpadear y como hacía en sus conciertos, he intentado vivirlo e interiorizarlo a mi manera. He visto a un Pau tranquilo (con la imagen de Mick Jagger de fondo), sereno y sin entrar al "trapo" de un puntualmente travieso Jordi Évole. Has sido muy valiente, Jordi. La tarea no era fácil. Y los fans de Jarabe de Palo nos tomamos tus palabras, ya sabes a cuáles me refiero, como una disculpa. Aunque tu complicidad con Pau durante estos años ya hizo que todo estuviera olvidado.

Pau mira a cámara, suelta su broma, en más de una ocasión, y algunos espectadores ríen. Yo solo sonrío, admirado y agradecido. "¿Pero no habíamos venido aquí a llorar?", piensa el novio de la chica que tengo en la butaca de delante. "Sin duda no pude escoger, allá por el 1998, un mejor referente", pienso yo. Pau se resigna, sabe que se muere. Pero dedica sus días a disfrutar de lo pequeño. De la familia, de su perro Fideos y de ir a comprar queso a la quesería del pueblo. Ha vuelto a sus inicios para despedirse de la vida. Pau ha demostrado ser alguien excepcional, real y auténtico hasta el final de sus días. No nos engañó con sus canciones de buen rollo y optimismo. Se despide cantando, no desvelaré con qué canción. Un tema que sin saberlo escogí para abrir algo que espero pueda ver la luz algún día. Y aquí he cerrado los ojos, como lo hizo él antes de iniciar la charla en el prado, como lo hacía yo cuando escuchaba "Grita" o "Completo Incompleto" en la sala Luz de Gas. Ambos momentos para respirar, para sentirnos vivos. En las montañas, en sus conciertos. 

Nos grabó su última canción desde una azotea y en forma de agradecimiento. Pero no quería irse. "No le iba bien. Tenía cosas que hacer". Y nos dejó, esta vez sí, una última charla con Jordi Évole para estar con nosotros cuando él ya no pudiera hacerlo. Pau Donés nos ha vuelto a guiñar el ojo, volviendo a la vida en más de doscientas salas de cine esta tarde. Y esto solo me confirma algo, algo que me ronda por la cabeza desde el mismo 9 de junio de 2020... y es que Pau, para el que así lo quiera, sigue estando presente.