lunes, 27 de abril de 2020

Echar de menos

"Y si me contesta quiero decirle que quiero volver,
que quiero salir de este hotel y desaparecer".

(De la canción "René" de Residente)


Si existe una expresión que en estos más de cuarenta días de confinamiento ha cobrado mayor relevancia ésta sin duda es "echar de menos". Así sin hache, porque del verbo echar lo primero que se echa es la hache, metéoslo en la cabeza. En la misma cabeza que huye hacia el recuerdo. Que corre descompuesta hacia ese lugar que creía haber olvidado y que estos días en los que el cerebro se ha tomado un tiempo libre ha vuelto a rememorar con fotografías y postales dedicadas. Porque ese lugar le hace falta. Ese lugar, con forma de ciudad, objeto o persona se ha hecho estos días de encierro más necesario que nunca. Y esto no estaba en sus planes.




Echamos de menos en mayúsculas, subrayado y en cursiva. Nos asomamos al balcón y a lo largo de la calle vemos escrito su nombre trazado con tizas. Dibujando aceras, alcantarillas y pasos de peatones. Deseamos que esto acabe para volver allí donde estuvimos a gustito hace ya algún tiempo, a ese sitio donde queremos estar por primera vez, a esa persona a la que creíamos no tener la necesidad ni las ganas de recuperar nunca más. Coger un avión a cualquier otra parte, dar un paseo por la playa, aplaudir al final de una obra de teatro, quedar a tomar café con él... o con ella. Aquello que os ronde escribidlo vosotros, yo apoyado en la barandilla tan solo dejaré caer la tiza. Escribid lo que os venga en gana, de verdad. Su nombre, el vuestro o el mío.

Con la de hostias que nos está dando la conciencia estos días, quizá sea el momento de hacerlo. De hacer que esto cambie. Cuando todo acabe. Sí, mejor cuando todo esto acabe.


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