domingo, 28 de diciembre de 2014

Surrealismo de espuma


       "Mis relojes blandos no son solamente una imagen fantasiosa y poética de lo real, sino que aquella visión del queso derritiéndose es en realidad la más perfecta definición que las más altas especulaciones matemáticas puedan dar del espacio-tiempo."
SALVADOR DALÍ


Cuando quiero relajarme, dejo caer el tiempo sobre mi cabeza. Me gusta sentirlo resbalar por mi espalda y por mi pecho. Notar cómo se desliza por todo mi cuerpo. Percibir sus horas, minutos y segundos acariciando la sensibilidad de mi piel. Sentirlo bajar por mi abdomen hasta los genitales, como en una masturbación de emociones que se deja caer hacia las rodillas para desembocar al más grande de los abismos. Verlo perderse entre una vida efímera y turbia. Se deforma, se deshace, intentando ser eterno con el salpicar de los segundos. Y cuando ya estoy saciado, detengo ese tiempo haciendo girar sus manecillas. Salgo de la ducha y observo. Observo como la realidad es cada vez más patente, más palpable, tragándose por el desagüe un surrealismo de espuma, horas, minutos y segundos, que, por esta vez, y no siempre así sucede, ha conseguido persistir en la memoria.