martes, 13 de noviembre de 2018

Todo lo que sé sobre Stan Lee

"A todos nos gustaría tener superpoderes, 
ya que a todos nos gustaría más de lo que podemos hacer".

(Stan Lee)



Ayer se nos fue Stan Lee. En un principio no sentí una gran pena, debo confesarlo. América me parece muy lejana en cuanto a sentimientos. Pero con las horas, he ido viendo imágenes de los superhéroes creados por el ilustrador y he pensado: "¡Excelsior! Este hombre de elegante bigote, sonrisa constante y gafas de pasta, marcó mi infancia y parte de mi adolescencia con el poder de sus lápices. 

Entonces me he visto en la habitación que tenía de niño, bajo la bombilla incandescente de una lamparita de flexo, dibujando a Spiderman o dando color con mis rotuladores Carioca a un boceto de Iron Man. Porque, ¿sabéis?, yo quería ser dibujante, cuando tenía uso de razón (ahora ya no lo tengo, lo perdí al madurar). Jamás fui capaz de leer entero un cómic, los compraba y en cuanto llevaba hojeadas tres páginas ya estaba absorto mirando algún detalle de aquellos musculados personajes que había creado Stan Lee. Me gustaban sus zapatos, inexistentes y en forma de media a veces. 




Sé muy poco de Stan Lee, pero lo suficiente como para reconocer que ha sido importante en mi vida. Yo, como muchos de vosotros también quise ser un superhéroe. Y no hablo ahora de cuando era pequeño ni adolescente, hablo de ayer mismo (con mis cuarenta años). Ser un superhéroe está al alcance de muy pocos, y yo todavía ansío serlo. "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad", quizá sea por ello que me resisto a serlo. Con el tiempo dejé mis lápices y mis colores, hasta hoy, que prefiero colorear con mis letras, y mi mayor heroicidad es haceros pasar un buen rato. 

Ha fallecido, el padre de muchos sueños e ilusiones (palabras que siempre deberían ir escritas en fosforito y con mayúsculas). De personajes de carne y hueso, todos con sus puntos débiles, con máscaras, armas o capas, capaces de salvar al mundo. Se nos fue otra parte de nuestras vidas, de nuestra infancia y de nuestros recuerdos. Colgó su traje de hombre araña que hace ya tiempo dejó de ser sólo suyo. Se nos fue Stan Lee, del cual sé verdaderamente poco, muy poco o casi nada.