martes, 17 de julio de 2018

La dedicatoria


"He nacido nueve meses después de la muerte de Gaudí".

(Josep Maria Subirachs)



No hubiera escrito esta entrada de no ser por que me llamó la atención aquella dedicatoria. Me refiero a la que en 1976 en la parte baja e izquierda de su "Autoretrato" escribió con la punta de un lápiz perfectamente afilada el escultor Josep Maria Subirachs. Sinceramente, no sé lo suficiente sobre el artista catalán como para escribir sobre él, pero conforme vayáis leyendo entenderéis que lo esté haciendo. 




Hace unas semanas, con motivo de "La nit del Museus" (noche en la que una gran parte de los museos de Barcelona permanecen abiertos hasta altas horas) me dio por visitar el "Espai Subirachs". Entré por un callejón del barrio de Poblenou, a escasos metros de la Sala Beckett, y pude ver, al fondo, el cartel de la exposición. Cuando crucé la puerta, una señora de pelo blanco, risueña y de sonrisa amable me dio la bienvenida y me regaló un folleto con información de éste y demás museos barceloneses participantes en el evento. Discreta, me invitó a pasar y recorrer el espacio a mi antojo. 

Topé de frente con un Moisés de metal, muy del estilo Subirachs (de hombros robustos, geométricos y de cintura fibrada), posaba sentado, plasmando sus mandamientos en una pesada tabla. El estilo de Subirachs es reconocible a leguas, posee un sello personal muy marcado, aun con influencias notables de nuestro ídolo común, Antoni Gaudí. La primera obra que descubrí del escultor catalán fue precisamente la Fachada de la Pasión, continuación de la obra más universal del propio Gaudí: La Sagrada Familia. Me fascinó aquel porte agresivo, lineal y austero de las figuras que creaba Subirachs. Aunque como suele ser habitual, algunos detractores de su obra salieron en su contra a gritarlo a los cuatro vientos. Tiempo después, con el artista ya fallecido (murió en el año 2014) tuve la oportunidad de visitar su último estudio dentro de la Basílica y descubrir algunos planos y moldes de escayola con los que se habían creado sus figuras. La imaginación vuela en lugares de este tipo. Sin ser un gran entendido en su materia, siempre, de alguna manera, me he ido cruzando en su camino.

Estuve poco más de media hora recorriendo sin ninguna prisa las paredes y columnas del museo de Poblenou. Conocí al pintor sensible que se escondía tras las armas del escultor, y que con suaves trazadas dibujó pechos, ombligos y vaginas, en una oda a la mujer y a su cuerpo, que sacaban a la luz la parte más íntima del artista. Pero, ¿qué hay más íntimo que una dedicatoria sentida?, pensé cuando minutos antes de salir, me detuve frente a un pequeño escaparate de cristal. Sencillos dibujos a lápiz se protegían de mis manos y mi aliento por un fino vidrio. En dos de ellos la misma dedicatoria, a la misma persona, a Judit. Seguida de su firma que rubricaba siempre uniendo las cuatro últimas letras por una línea horizontal. Envidié a Judit, sin conocerla. La imaginé como musa, cual Gala para Dalí, cual Leonor para Machado... y salí con esa idea del "Espacio Subirachs". Volvió a sonreírme la misma señora de pelo blanco y discreta que me había recibido a la entrada. Compartí algún cumplido con ella, le deseé suerte y me despedí.

Al llegar a casa, busqué algo más de información sobre el museo. Conocí que hacía muy poco que estaba abierto, apenas algo más de un año. Que contaba con un centenar de obras del escultor y que hoy era una realidad gracias al tesón, la inversión y las ganas de mostrar aquella porción del legado y la obra de Subirachs, por parte de la familia. Y, para mi sorpresa, en muchas de las noticias aparecía ella. El auténtico motivo de estas líneas. En varias entrevistas, de nuevo ella. La que dio un giro especial a mi visita. Aquella a la que instantes antes, cegado por la realidad, le había deseado buena suerte. Su joven musa del setenta y seis. Su inspiración de sonrisa amable. Su hija. Su vida. Judit.



jueves, 12 de julio de 2018

La máquina de fotos


"Esto no fue sólo una cuestión de azar, no. 
Estas cosas extrañas suceden, a todas horas".

(Magnolia, 1999)





Fotografía de Yuri Cortez realizada por Michael Regan.


La historia que hay detrás de esta imagen me hizo pensar en sus momentos anteriores, en lo poco previsibles que son algunas de las situaciones que nos depara el destino. Y con ello me vinieron a la mente los tres primeros minutos de "Magnolia", espectacular película protagonizada por Tom Cruise de finales de los noventa. En este inicio, el narrador pone en duda la existencia de las casualidades, dejando vía libre al diario que tiene ya escrito para nosotros el propio destino. En marzo de 1958, el joven Sidney Barringer salta al vacío desde la azotea de un bloque de nueve pisos, con una nota de suicidio en el bolsillo, nos cuenta. En plena caída y a la altura del sexto piso, una bala atraviesa la ventana y acto seguido el cuerpo del pobre Barringer, que fallece en el acto. El joven no hubiera muerto de no ser por el disparo, ya que una red colocada por obras en el edificio hubiera apaciguado el golpe. ¿Casualidades? Pues no lo sé. Ni nunca llegaré a saberlo.

A veces suceden cosas. Cosas que te hacen creer en lo increíble. Y al contrario que al desafortunado Sidney Barringer, en ocasiones, sólo en ocasiones, estas cosas son sensacionales. Por ello me fascinó la historia de Yuri Cortez, fotógrafo de la Agencia France Press y quise saber un poco más. Su cara (mirad la foto) lo dice todo. De lo inesperado del momento, de lo sorprendente y único que acababa de suceder. El jugador croata Mario Mandzukic, después de marcar el gol en la prórroga que metía a su equipo en la final del Mundial de Rusia, se acerca pletórico a escasos centímetros del fotógrafo mexicano. Segundos después, el equipo croata casi al completo se había abalanzado sobre Cortez. Yuri no soltó la cámara en ningún momento y, con una sonrisa de oreja a oreja, sacó una ráfaga de fotografías que ya han dado la vuelta al mundo para pasar así a la historia. 

Al revisar su perfil de Twitter me encontré con un dato curioso, y es que hace tan sólo cuatro días, entre geniales imágenes de futbolistas e hinchas de todas las nacionalidades, un par de buenas fotos de la rueda de prensa que precedía el Suecia vs Inglaterra de cuartos de final tenían la "friolera" de cuatro likes. Sí, sí, sólo cuatro likes. Hoy las fotos del reportero mexicano con las imágenes de la celebración croata sobrepasan, en la red del pájaro, los 21.000 "me gusta", y ya se han compartido más de 9.000 veces. La vida puede depararte en cuestión de días un giro inesperado. Que se lo cuenten a Yuri Cortez, que para nada presagiaba lo sucedido. Me lo imagino a media tarde, limpiando sus objetivos para llenar su tarjeta con fotos, quizá, de otro partido más. ¿Creéis vosotros que esto es casual? Yo no lo creo, aunque siga sin saberlo a ciencia cierta. Para que las cosas sucedan hay que estar, de esto no tengo duda. Y que, como a Yuri, en el fugaz instante en el que al destino le dé por leer esa página ya escrita, te encuentre ahí, atento, aferrado y dispuesto a no soltar, tu máquina de fotos.