martes, 17 de marzo de 2015

"Cosas que escribí..." ya es una realidad (para seguir soñando)



Hace unos meses (a finales de noviembre) me puse manos a la obra, para, después de más de dos años dándole al coco y a la tecla, unificar aquellas historias que habían enfriado mi café (a partir de ahora, también vuestras) en un único libro, Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café. Han sido unos meses muy intensos. Después de llamar a varias puertas con el fin de contar con el respaldo de alguna editorial, con muchas de ellas cerradas con doble llave, otras entreabiertas, que no te invitaban a entrar y algunas abiertas de par en par pero con poco poder de promoción, me decidí por embarcarme en una autoedición. Algo que no me venía de nuevo, ya que tuve la oportunidad de aprender mucho sobre el tema junto a Laura, Àlex y Mark con el libro Bárbara, Celia, Mariona y otros cuentos de Barcelona.

En primer lugar tenía que recopilar las historias o relatos que iban a formar parte del libro, para después hacer las correcciones necesarias antes de realizar la maqueta definitiva. Para ello conté con una gran amiga, la filóloga Cristina Buquet, que dio esos tijeretazos, con lavado y tinte, que le daban ese corte de pelo perfecto a mis relatos. A todo esto, Paula Campos (publicista), de la que os hablo un poco en la introducción del libro ya había empezado con el prólogo que le pedí. Y es que nadie mejor que ella para darle ese toque de acidez e ironía, marca de la casa. Tengo muchas cosas buenas que decir de Paula, pero prefiero que la vayáis descubriendo vosotros, aquí os dejo su blog: https://kuluskamente.wordpress.com/

Paso dos, registrar el manuscrito en la Propiedad Intelectual, para que nadie pudiera pisarme la "genial" idea, jaja. Adjunto foto del momento, un momentazo, diría yo, ya que es ahí cuando empiezas a ver que la cosa va en serio.

Camino al Registro de la Propiedad Intelectual (09/01/2015)



Con todos los textos definitivos, el siguiente paso era hacer la versión en pdf. para imprenta. Tarea nada fácil si no eres un erudito en diseño gráfico. Para ello decidí contar con Luis Cuevas, que ya conocía de otros trabajos y sabía que nos íbamos a entender a la perfección. Luis "El Paciente", un tipo tranquilo con el que se hace muy ameno trabajar. Alineaciones, paginaciones, primeras líneas francesas,... un sinfín de detalles que han pasado por sus manos.

Mientras tanto empecé mi promoción particular y paralela a este proceso de creación con mensajes en redes sociales. Con alguna imagen casual del momento y un puzzle que simulaba el proceso de montaje. Un poco de juego para ir creando expectación que no ha ido nada mal.


Imágenes de promoción (enero/febrero 2015)


Con el diseño interior del libro ya terminado lo siguiente era (y no por último, menos importante) vestirlo con la portada. Y aquí os contaré la historia de cómo descubrí el talento de Alfonso Casas, autor de la ilustración que abre esta entrada y portada de mi libro. Hace unos cuatro años me enamoré de un cartel que colgaba por las paredes de media Barcelona, se trataba del cartel de la obra de teatro "Smiley" (de gran éxito en la Ciudad Condal y que luego ha estado en cartelera en Madrid), indagué sobre quién era el artista, autor de la ilustración, y tuve claro que si algún día publicaba, aquel tal Alfonso Casas tenía que hacerme la portada del libro. Y, aunque han pasado los años, aquella idea ha seguido en mi mente y, la verdad, el resultado es mucho mejor de lo que pude imaginar. Os dejo también el enlace de su tumblr para que le echéis un ojo: http://alfonsocasas.tumblr.com/


Ilustración portada por Alfonso Casas


Pero una ilustración no hace una portada, hace falta montar los textos, las solapas, insertar fotografías... Y aquí, entra alguien muy importante para mí: mi padrino Pere Olivares. Pere me conoce desde que nací, (evidentemente, es mi padrino, jeje) y lo he visto hacer diseños por ordenador desde que tengo uso de razón. Como comprenderéis no podía contar con otro que no fuera él para mi primer libro en solitario. Muy contento de poder leer su nombre en los créditos y descubrir que además de talento para sus diseños tiene también mucha paciencia. Gràcies, padrí! Os dejo su web: http://www.pereolivares.com/

También agradecer a Beatriz Serrano por prestarme esa foto improvisada, para usar como foto de autor. 

Con todos los archivos ya definitivos, ISBN, depósito legal y todo lo necesario para poder distribuir el libro, llegaba uno de los momentos más tensos, pasarlos a imprenta. Y digo tensos porque cualquier error puede ser fatal, llegados a este punto. Lo dejé en manos de Gráficas Rey, con los que ya había trabajado anteriormente y de Juan Martinez, un buen amigo, que me hizo una visita guiada por todas las secciones de la imprenta y que en pocos días tenía una muestra de lo que iba a ser el libro, pero ésta sin encuadernar.

Libro muestra, sin encuadernar (02/03/2015)

Este fue otro momento muy emocionante, porque aunque el libro no estaba montado del todo, ya se veía el resultado de tantos meses de esfuerzo diario. Durante este tiempo seguí haciendo publicidad en las redes de lo que iba a ser Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café y de lo que se podría leer en sus páginas interiores. Y para hacerse una idea, no hay nada mejor que leer la contrasolapa, con una sinopsis que espero os invite a entrar.

Texto contrasolapa, sinopsis


El día 9 de marzo la imprenta ya tenía la primera edición del libro. Siete cajas repletas de cosas que algún día escribí mientras dejé enfriar mi café esperaban ansiosas salir a recorrer mundo. Hay varias maneras de haceros con un ejemplar.

En librerías:
-Llibreria del Born (CC Born) Carrer del Comerç, 2
-Llibreria Etcétera (Poblenou) Carrer Llull, 203
-Llibreria Documenta (Eixample) Carrer Pau Claris, 144
-Llibreria Saltamartí (Badalona) Carrer Canonge Baranera, 78


Para los de fuera de Barcelona, a partir del 23 de marzo también tenéis la opción de Amazon, donde también estará disponible la versión kindle: http://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&url=search-alias%3Daps&field-keywords=isaac+pachon

O si lo preferís, podéis contactar directamente conmigo, por cualquier plataforma (Facebook, Twitter o dejando un comentario debajo de esta entrada) o enviándome un correo a ipachon24@yahoo.es.


Y una última cosa, a ver si me podéis ayudar. Ayer leí esta cita: "Un libro autoeditado es un libro fantasma, sin distribución, que solamente leerán unos cuantos amigos. Un grito que no oye nadie" (Manuel Baixauli). Perdonadme si discrepo. Os pido que habléis de este libro, que lo compartáis en conversaciones, en  la calle, en las redes sociales,... para que este "grito" llegue lo más lejos posible.

Lo dejo en vuestras manos...

Con esto espero, al menos, haberos despertado la curiosidad por saber qué esconde este Cosas que escribí... y conocer pronto vuestras impresiones.

Mil gracias a todos por vuestro apoyo!

Seguimos!!!



lunes, 16 de marzo de 2015

Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café



Cuando busco la inspiración, pido o me preparo un café (siempre con leche), cojo mi bolígrafo de tinta azul o coloco mis manos sobre el teclado, según esté en alguna cafetería agradable o en el silencioso despacho de mi casa, y empiezo a escribir. Y escribo cosas, cosas que pasan, que son verdad, cosas que imagino, que ni suceden ni sucederán, cosas que te harán sonreír o llorar, cosas en las que seguirás pensando durante un tiempo o cosas que olvidarás justo al pasar de página. Y doy un pequeño sorbo a mi taza de café, todavía caliente. Historias en las que la vida, con todos sus aspectos, buenos o malos, es la gran protagonista. Relatos de amores no confesados, de zapatos mágicos, de ancianos entrañables, de ilusionistas desilusionados, de sorprendentes infidelidades, de contagios cotidianos, de idas y venidas entre el cielo y el infierno, de locuras en pijama, de inquietantes herbolarios… y degusto de nuevo el café, ya más templado. Me pierdo entre sus escenarios; los concurridos mercados de Marrakech, las estrechas y húmedas calles venecianas, un auténtico café de Nueva York, un hospital parisino, y cómo no, algún que otro rincón de mi querida Barcelona. Y cuando termino de pasear, de husmear, de soñar por sus callejuelas, encontrando el fin a estas historias, siempre sucede lo mismo y, la verdad, es un fastidio porque cuando echo mano a la taza, sin haber sido consciente, se me ha enfriado el café.


"Deberíamos preguntarnos por qué libros como este de Isaac Pachón (Badalona, 1978) no son publicados por una editorial comercial, mientras que otros que se leen con mucho menos gusto y facilidad sí lo son. Jamás había tropezado con un libro autopublicado con una cubierta y un título tan llamativos. Tampoco con un contenido tan interesante. Da gusto poder decir: lectores, editores, agentes, lean a Pachón. Anímenle a escribir más, publíquenle en condiciones de llegar a muchos lectores.
Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café es un libro de relatos. De los 28 textos que lo conforman, sólo un par no alcanzan al magnífico nivel medio del conjunto. Hay media docena de estupenda factura. Mi favorito es “Bellini”, un juego de dobles que regala algunos giros sutiles nada manidos, y un final redondo. Le siguen, en mi orden de preferencias, “Cruda irrealidad”, “El piso de arriba” y el muy delicado “El préstamo”.
Lo que más me gusta de estos cuentos es su cotidianeidad y un gusto muy personal por lo pequeño: pequeñas anécdotas, sentimientos cargados de delicadeza, situaciones en que el eje de la acción es un guiño, un tic, un bostezo. Isaac Pachón narra lo diminuto que llena nuestras existencias, y consigue hacerlo relevante. Es un libro que se devora, y que deja al lector con ganas de más. Qué maravilla."


"Lo que podemos encontrar entre las páginas de Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café es una colección de relatos, cortos en su mayoría, de narrativa pura y dura. Aquí no se cuentan historias extrañas, sino que se celebra la cotidianeidad, lo que puede ocurrir un millón de veces cada día. Se coloca el foco sobre algo que, de otra forma, pasaría desapercibido, como una forma de reivindicar el valor único del instante, como el bostezo en El contagio. Aunque también hay espacio para un cierto toque de realismo mágico, como es el caso de Bellini (en mi opinión la pieza más sobresaliente de toda la colección) o El gran Loussini."


"Este es un libro de historias, de amores no declarados, de personas entrañables que entrarán en tu corazón, de infidelidades y de sueños. Historias conclusas o inconclusas, más cortas o más largas, pero al fin y al cabo historias que consiguen hacerte latir más rápido el corazón, y esto no lo digo como frase hecha, me ha sucedido en realidad mientras leía. Y sí, se me enfrió el café y el corazón quitó el freno de mano."



"Después de que sus relatos de "Bárbara, Celia, Mariona y otros cuentos de Barcelona" consiguieran captar mi atención, los nuevos cuentos de Isaac han conseguido transportarme a mil y un lugares metida en la piel de distintos personajes. Son historias de ida y vuelta, con finales inesperados y con mucho que leer entre líneas. Es un libro que merece la pena tomar a pequeños sorbos, como si de un humeante café se tratara, para disfrutar de cada pasaje como si fuera único.
Me gustaría ser Caroline y tener a alguien que me invitara a un café o comenzar a ver el mundo a través de otros zapatos. Quién sabe, puede que en otra vida."

"Me ha gustado mucho el estilo de este autor: ligero, evocador, sutil. Sus cuentos te hablan a la cara de sensaciones y emociones contundentes. Pero suave, sin aspavientos; son relatos amables que entran dulcemente, aunque en algún momento descubras en tu boca un sabor que no esperabas.
Es como una bandeja de deliciosos canapés variados (o bombones, para los golosos): te da pena dejar de saborear el que estás terminando pero a la vez deseas empezar con el siguiente. ¡Y no te empachas! Además la edición está muy cuidada, lo cual también se agradece."

"Llegué a este libro de casualidad, sin ningún tipo de expectativa, atraída por el café, o más bien por la promesa velada de que el mío también se quedaría frío. No he leído este libro acompañado de un café, pero lo que sí se me ha enfriado ha sido el sueño. Son las 1:45 a.m. y lo acabo de terminar.
Con un prólogo más que prometedor, a la vez que peculiar, me sumergí en el libro y la curiosidad de ver qué descubría de él me han llevado a leerlo del tirón. Relatos tiernos, tristes, desgarradores y fantásticos. Relatos para dejarse llevar y descubrir al ritmo que el mismo texto marca y bonitas reflexiones entre líneas."