domingo, 17 de junio de 2018

De todo hace casi veinte años


"De todo hace casi veinte años".

(Jaime Gil de Biedma)



Tengo casi cuarenta años y sigo pensando como un niño. Bien pudiera haber escrito "pero", pero escribí "y". Atentos al detalle porque es vitalmente importante. ¿Es eso malo, doctor?, me pregunto a mi mismo, entre dientes, haciendo a la vez de paciente y de pediatra.




-Pues malo es, según se mire -dijo el doctor, un tipo con gafas de pasta, barba y pelo rizado (ya os dije que yo interpreto el papel), mientras daba suaves golpes con la punta del bolígrafo sobre un folio en blanco.
-No entiendo -contesté.
-Pues verás -aclaró con gesto serio y guardando el bolígrafo en el bolsillo frontal de la bata-, si ello te impide hacer cosas de adulto, estás metido hasta las rodillas en un charco de problemas.
-No es el caso -respondí, aunque con ciertas dudas.

Y las tuve, porque si bien es verdad que esto que sucede tan solo en mi cerebro, esta sensación de ser un niño eterno, pasa inadvertida de cabeza para afuera, no estoy seguro a ciencia cierta de que no afecte en mi manera de afrontar la vida. Yo no soy culpable de que todo pase tan rápido y de que los relojes, aun sin pilas, sigan corriendo tan deprisa. No tengo la culpa, pero me pesa. Percibo el tiempo de manera muy distinta a muchas personas. No me creo que hayan pasado más de veinte años cuando reencuentro a un compañero de colegio, no me lo creo. ¡Venga ya! No me cuentes historias, no me hables de trabajo, de niños ni de coches familiares. ¡Bájate a la calle!, ¡bájate a jugar! Pero cuando miro bajo mi brazo ya no hay balón. Y la calle, la calle ahora es puro asfalto y han construido un Mercadona dónde solíamos dejarnos las rodillas emulando a Hristo Stoichkov o a Paolo Futre. Pero si miro frente a mí, si busco en esa persona que tengo delante con aspecto cansado y entradas incipientes, encuentro al niño. No siempre te lo ponen fácil, en ocasiones hay que escarbar muy adentro, pero lo encuentras. Os lo aseguro. Como el cofre de monedas escondido bajo las sábanas estampadas con dibujitos, a escasos centímetros del barco pirata de playmobil. 

El doctor, al notar mi respuesta dubitativa, se acarició la barbilla y quiso saber algo más.

-Veo cierta inseguridad en tus palabras. Dime, ¿en qué ámbitos de tu día a día crees que esta sensación de seguir siendo un niño te limita a hacer cosas de adulto?
-Pues verá, sin ir más lejos, justo al venir hacia aquí, hacia esta consulta imaginaria. He pasado cerca de unos jardines y he aminorado el paso porque olía a hierba mojada.
-¿Y bien?
-Pues que podía haber caminado a paso normal, pero he decidido hacerlo de manera lenta, muy lenta, y oliendo la humedad que desprendía la arena junto a la hierba. 
-Pero eso no es todo...
-No -negué cómplice con la cabeza-, no es todo. He vuelto a ser niño durante algunos minutos. He vuelto a jugar con mis primos y corretear de un lado a otro con mi camiseta de las Olimpiadas del 92 por los jardines de las piscinas, como lo hicimos durante un par de veranos hace ya mucho tiempo, como más de...
- ¿Veinte años?
- Es que no hace veinte años, doctor...
- Lo sé, no quiero quitarte la razón, pero debes hacer como si lo hiciera.

¡Joder, pero es que yo no sé fingir!, pensé. Yo sé que es todo mentira y que aquello sucedió hace apenas unos minutos, aunque me fastidie utilizar como calibre el tiempo. No se puede pasar de niño adulto en tan pocos minutos, quizá segundos. No se puede, pienso mientras ladeo con vehemencia la cabeza de un lado a otro. Nadie puede quitarnos las ganas de preguntar en voz alta, ni de investigar los cajones en busca de tesoros, ni de soñar en ser algo de mayor, aunque ello implique no serlo nunca. Ni de romper las manecillas de nuestros relojes, ni de volver a usar tiritas en las rodillas, ni de hacer que lo que fue hace mucho no sea hace tanto. Ni de que cuando alguien nos pregunte por algo que acaba de pasar, creyendo que ya es pasado, aun con la sonrisa en los labios digamos (y aquí no podéis fallarme) que sucedió hace casi veinte años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario